Vivimos una época de cambios vertiginosos en todos los ámbitos (social, político, económico, cultural, etc.), propiciados tanto por innovaciones tecnológicas como por espurios intereses económicos. Lo cierto es que todo parece estar en cuestión, incluso conquistas históricas como el Estado del bienestar y la democracia. Pese a que la idea de cambio lleva implícita una acepción positiva u optimista, es necesario recordar que buena parte de estos cambios son verdaderas regresiones que replantean viejos problemas.
Entre la autocomplacencia del ciudadano que culpa a la clase política de todos sus males y la autoflagelación que implica el falso mito de haber vivido por encima de nuestras posibilidades, existe un amplio espacio para la autocrítica y la reflexión colectiva. En los últimos lustros la ciudadanía ha permanecido anestesiada, ha abandonado los espacios públicos (desde los parques hasta la política) y se ha recreado en su biografía privada. Sólo la dureza de la crisis económica parece haber provocado el despertar de una conciencia cívica adormecida. El movimiento 15-M, que ha politizado a importantes sectores de la juventud, o más recientemente el éxito de la Cumbre Social son ejemplos de esa incipiente efervescencia social.
En muy diversos ámbitos se pueden encontrar iniciativas ciudadanas interesantes en las que internet juega un papel relevante. Son proyectos inconformistas que rechazan el individualismo y pretenden aportar otras perspectivas o formas de organización social con cierta dosis de innovación. Una de esas iniciativas tendrá lugar hoy en Salamanca (20:00 horas, calle Wences Moreno) y en las redes sociales está teniendo una gran repercusión: se trata del Cash Mob, que llega a nuestra ciudad con la colaboración de la asociación ZOES.
Un Cash Mob es una convocatoria realizada a través de las redes sociales para que un grupo de personas asista a una hora determinada a comprar en pequeños comercios locales de la comunidad donde se crea el evento. Los eventos Cash Mob tienen como finalidad ayudar, salvar y promover los pequeños comercios, que cada vez se encuentran con más dificultades debido a la expansión de las grandes superficies y los centros comerciales. Además, este movimiento pretende forjar lazos personales entre compradores y también con los vendedores, porque frente a la frialdad e impersonalidad del consumo de masas quiere poner en valor los vínculos personales, la amistad y la cercanía que humanizan la vida cotidiana.
Una de las virtudes del Cash Mob reside en la adecuada conjunción de una profunda fundamentación ético-política y una efectiva participación ciudadana. Las personas implicadas difunden ideas con hechos, fundamental en una etapa de descrédito de la política. Una llamada de atención, también, para esos economistas que cosifican a las personas y reducen la sociedad a un paupérrimo gráfico de oferta y demanda. Los participantes son ajenos a variables como los precios, los costes laborales o la eficiencia del mercado. Apelan a la humanización de las relaciones comerciales, a la convivencia y a la construcción de un modelo distinto de sociedad con un sencillo lema: “Utiliza las herramientas del futuro para ayudar a las tiendas del pasado”. Una vez más la dialéctica de lo nuevo y lo viejo, la permanente tensión entre el cambio de sentido y el sentido del cambio.
Artículo publicado en el diario El Adelanto de Salamanca (21/09/2012).